La solución fácil suele ser ir a la librería y comprar lo que deseas o necesitas, pero ¿sabías que puedes acceder a muchísimos recursos de forma gratuita o a muy bajo costo?
¿Por qué pedir prestado?
Para apoyar las bibliotecas y los empleos locales, y también para poder probar los libros antes de comprarlos. Algunas personas compran un libro y luego se dan cuenta de que no es tan bueno… triste, ¿verdad? Pues ahora tienes la solución: primero lees, y luego puedes decidir si comprarlo para completar tu colección de manera más consciente.
¿Todavía no estás convencido/a? No hay problema, quizá este argumento sí lo haga: pedir prestado puede aliviar el presupuesto de los lectores frecuentes o permitir que personas con poco dinero, incluidos estudiantes, accedan a la cultura sin pagar precios exagerados.
¿Eres estudiante y estás estresado/a por tu tesis? No necesitas comprar libros para ampliar tus recursos. Además de tener muchísimos recursos en Internet (Google Scholar, Cairn, Jstor, etc.), la mayoría de las bibliotecas y bibliotecas universitarias (BU) permiten préstamos a largo plazo. Las BU son gratuitas para los estudiantes y la mayoría de los abonos en bibliotecas tienen un costo muy bajo, tanto para estudiantes como para el público en general.
Pedir prestado también tiene un impacto ambiental positivo: los libros circulan de mano en mano, lo que permite usar menos recursos y reducir los desechos en la fabricación, ayudando a limitar la sobreproducción. Comprar, por otro lado, merece reflexión. Sí, te estamos mirando… esa pila de libros que compraste y aún no has leído (P.D.: sí, ese Veinte mil leguas de viaje submarino que está cogiendo polvo, ya sabes de cuál hablamos…), sigues acumulando una y otra vez, mientras que si hubieras pedido prestado, habrías tenido menos remordimientos por todo tu dinero invertido en las profundidades literarias.

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Última actualización el 12 noviembre 2025
